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sábado, 26 de octubre de 2013

Artículo de la práctica BLIJ


En la historia de la lectura, los grandes lectores han sido considerados tipos raros o locos. En cualquier caso, actualmente se distinguen dos tipos de lectores, un lector tradicional considerado competente, acostumbrado a la literatura y por otro lado un lector nuevo enganchado a la red y a las nuevas tecnologías.

Cuando se habla de tipo de lecturas, en la lectura escolar hay que inculcarle al niño que esta lectura le va a ser de gran importancia en el futuro, llegando a escoger lecturas adecuadas a su nivel. Para fomentar la adquisición en el niño del hábito lector se deben juntar factores tanto de la escuela como del ámbito familiar.

También hay que tener en cuenta que la lectura fuera de la escuela es sin la presencia del profesor, son lecturas individuales, independientes y autónomas, por eso los padres deben estar atentos. Con la llegada de estos nuevos lectores, se podría hablar de una crisis en la lectura o también llamado neoanalfabetismo que podría ser superado si tomáramos algunas medidas. Con la llegada de las nuevas tecnologías también se impone la adquisición de un nuevo lenguaje, ya que chatear acostumbra a leer los textos rastreando, es decir, saltándose párrafos o bloques de información, realizando la lectura en pantalla.

Leer obliga a imaginar, a crear tus propias imágenes, y cuando estamos viendo una película dejamos vagar nuestros pensamientos, cosa que hace que nos relajemos y no hagamos trabajar a nuestro cerebro, disminuyendo así nuestra competencia lectora. Muchos de los nuevos lectores del siglo XXI tendrán esa falta de competencia literaria y ese bagaje de lecturas emblemáticas y literarias que son, sin duda, una manera privilegiada de relacionarse con las cosas y con el mundo que nos rodea en esos momentos de la infancia y la adolescencia.

La literatura como conjunto de historias, poemas, tradiciones, dramas, reflexiones, tragedias, pensamientos, relatos o comedias, hace posible la representación de nuestra identidad cultural a través del tiempo. Lo que hoy se necesita, más que enseñar literatura, es enseñar a apreciar la literatura, o, en todo caso, poner a los alumnos en disposición de poder apreciarla y valorarla.


Habría que pasar de una enseñanza de la literatura que atendiera al conocimiento de movimientos, autores y obras, a una enseñanza que pretenda que el alumno aprenda a leer, a gozar con los libros y a valorarlos. Por último, la primera selección de lecturas escolares debería tener en cuenta que en los cuentos maravillosos los niños encuentran que se reconocen en sus miedos, en sus deseos, en sus temores o en sus anhelos, de ahí, la importancia que tiene ese período que llamamos prelectura.

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